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La escucha activa una oportunidad para amar...

Una de las competencias del Coaching es la escucha activa, como tal estas palabras nos remiten a dos espacios: (a) el de la atención que conlleva la escucha y (b) la de la acción presente que resulta en el estar ahí con quien conversamos para saberle escuchar.


Saber escuchar va más allá del simple acto de oír, la escucha ha de darse desde el espacio de la empatía, de saber que el otro a quién escuchamos tiene algo que decir y ese algo importa. La escucha activa es una pausa en el dialogo, un encuentro a nivel más profundo con el otro, se parte del aprender a no juzgar, de mantener la atención en cómo se dicen las cosas, que intención conllevan y nos permite el espacio para la indagación, no para la simple interpretación.


El éxito depende del saber escuchar… En principio debemos saber escucharnos, y no se despeja de nosotros el que dicha escucha sea activa, en conciencia plena, es decir en posición neutral, donde no se juzga pero se empieza a evaluar lo que acontece en uno, a considerar como me comunico conmigo mismo, de qué forma lo hago y para que lo hago.

La escucha activa es la capacidad que se desarrolla de centrarse plenamente en lo que dice y no dice al que escuchamos, sea a nosotros mismos u otros. Insisto en la escucha de uno mismo, pues considero que para desarrollar la competencia de la escucha activa, a de iniciarse por reconocer que debemos escucharnos a nosotros y avanzar a una escucha activa interna, que nos permita reconocer como nos comunicamos, desde dónde lo hacemos, qué no nos decimos pero sentimos, qué ocurre en nuestro cuerpo y cómo este refleja aquello dicho o no dicho.

El silencio es parte fundamental de la escucha, ralentizar lo que acontece permite dar espacio interno a la construcción y observación de lo que pasa, así como cuando esta es hacia otros, nos da la maravillosa oportunidad de mejor atender lo que nos dicen, y abre el espacio para mejor observar lo que no se está diciendo y lo que nos comunican con el cuerpo, y como respondemos a ello, pues siempre estamos comunicando y todo comunica.


La escucha ya de por sí no es tan simple como lo parece, y la escucha activa hace del ejercicio un reto mayor, una competencia a desarrollar para la procura del éxito.


La capacidad de escuchar aplaca las intenciones del ego, nos da pie a descubrir lo que se encuentra más allá de la lingüística, más allá del lenguaje, que en sí mismo es construcción y por ello la importancia de saber escuchar activamente.


La escucha activa nos facilita la indagación, nos posibilita preguntar para no suponer, da espacio en compañía del silencio al reconocimiento de como el otro se comunica, para así atender su lenguaje de la misma manera, con su misma construcción, con sus mismas palabras, con su misma emoción, tono, color…


Atendemos la confusión; nos llenamos de omisión; nos satisface la generalización y solemos dar espacio a la distorsión… En ese atender desde uno, y no desde el otro, se nos hace difícil la comprensión y el establecimiento del dialogo, cuándo este es necesario, sea interior o exterior; y vuelvo acá a mencionar la indagación, es decir las preguntas, que serán la solución, ya que nos permiten limpiar el campo de la comunicación y atender el mensaje en su total dimensión, para poder responder fluidamente a lo que se presenta en uno o en los otros.


Podrá pensarse que es tarea difícil, claro que sí, desprenderse de uno para atender el otro conlleva reducir el ego, lo cual viene de otras competencias, pero como primer paso es necesario reconocer que la escucha es más de lo que parece, y que hacerla activamente involucra mucho más que solo atender al lenguaje.


Así como la música necesita de mínimos silencios para existir, he de recalcar que el silencio es la manera más sencilla de escuchar, no se trata de construir lo que se quiere decir mientras ocurre el acto del otro de transmitir su mensaje, el silencio, ese mágico silencio interior, es el que nos da el poder y la pausa para comprender en total atención al otro y a uno mismo.


Los seres humanos vivimos en mundos interpretativos, estos son interpretados por medio de nuestros sentidos, y el auditivo y/o auditivo digital[1] son parte esencial de esa interpretación, favorece a la certeza que damos al mundo en que vivimos, nos permite movernos con seguridad, atendiendo desde ahí lo que para nosotros es verosímil.

Por lo anterior es necesario ser cuidadosos para poder escuchar e indagar, para mejor entender sin suponer, para reconocer en nuestras interpretaciones nuestro mundo, nuestra mirada individual compuesta de creencias, filtros, paradigmas y más; que no siempre favorecen el acto de escuchar, si el mismo no se hace activamente, considerando al otro como otro y no como uno, que vive, siente, entiende y existe igual que yo.


La escucha activa se da para entender, para mover hacia una dirección particular al ser, que resulta en aceres de nuestro interés personal o grupal. De acá la importancia de que los equipos se sepan escuchar, para así poder crecer, solucionar, proponer, crear e innovar…


Todas las relaciones se favorecen de la escucha activa, pero así como nadie nos ha enseñado a respirar, tampoco a escuchar, ambos actos se dan de forma tan natural que consideramos que es así, que lo hacemos bien; pero al profundizar es claro que no nos cuesta trabajo darnos cuenta de que no siempre sabemos respirar, ni tenemos conciencia de ello o como ocurre, así igual en el escuchar, que fluye sin que siempre sea un acto al que prestemos la debida atención.


Saber preguntar debería ser una materia que se enseñe en las aulas, un arte a desarrollar que procure un mejor escuchar.


“No puedes enseñar nada a nadie. Solo haz que se den cuenta que las respuestas están ya dentro de ellos, en su interior…” Galileo Galilei


Saberse escuchado, así como la necesidad de comunicar, es una necesidad humana básica, reconocer esta importancia nos permite colocarnos frente a nosotros y ante otros con ese respeto, con la empatía de saber que es una necesidad y que uno la puede llenar atendiendo el mensaje, el deseo de comunicar, pero no desde un punto de desconexión, sino más bien desde la empatía profunda de la comprensión de esa necesidad.


La escucha activa como competencia debe procurarse para cada día acercarse más a ella no como técnica, sino como filosofía del vivir, pues no habrá quien a través de la escucha, no logre crecer y conocer más de sí mismo y de los demás…


Existen distintos niveles de escucha, el reto es no quedarse en el primer nivel, el reto es salir del espacio del juzgar, del comparar y notar diferencias, para entonces entrar a empatizar y así lograr el cuarto nivel, escuchar generativamente desde el futuro que emerge diría C. Otto Scharmer. [2]


Es tiempo del deshoje, has espacio para el cambio, empieza por escucharte para avanzar a escuchar empáticamente y activamente a los otros, escuchar es una oportunidad para amar…

[1] La audición digital ha de entenderse como la escucha que uno hace con uno mismo.

[2] C. Otto Scharmer “Teoría U” / Liderar desde el futuro que emerge

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